Por: Macarena Bendezú


Todas las tardes, por La Mula TV, Javier Torres Seoane, antropólogo formado en la PUCP y periodista de oficio, interroga a políticos y académicos sobre temas de coyuntura nacional o conversa con intelectuales buscando encontrar en la historia, en nuestro pasado, las claves para entender un presente tan turbulento e imprevisible. En esta ocasión, el conductor de los programas ‘Al Filo’ y ‘El arriero’, y director del portal Noticias SER, ensaya un análisis crítico sobre los primeros días del gobierno de Dina Boluarte y se pronuncia sobre el adelanto de las elecciones, la responsabilidad de Pedro Castillo y las posibles salidas a la crisis actual.


-¿Cuáles considera que fueron los principales errores de Dina Boluarte en sus primeros diez días de Gobierno?

-Su primer error fue no asumir que ella era una presidenta de transición frente al país, que era lo que correspondía frente a la coyuntura. Ella debió haberlo mencionado (en su primer discurso) como un acto simbólico, pues era lo que la ciudadanía esperaba. Su segundo error fue que, luego de un golpe de estado como el que dio Pedro Castillo, Boluarte no debió demorarse 72 horas en nombrar a su gabinete. El vacío de poder fue muy grande, y ese vacío de poder debilitó la primera línea de respuesta a las protestas. Quizá si hubiese tenido un Primer ministro instalado de inmediato, la reacción del Estado hubiese sido más adecuada. Por último, cuando trató de enmendar la situación con el anuncio del adelanto de elecciones, ella propuso como fecha abril de 2024, lo cual fue otro error. Ella debió haber dicho que iba a proponer al Congreso un adelanto en el plazo más breve posible y que correspondía a los congresistas debatir y decidirlo. Finalmente, ella está optando por un gobierno cívico-militar, lo que considero es un grave error por los costos sociales y humanos que significa para el país. Declarar el estado de emergencia me ha parecido una total desproporción frente a las protestas.

-Se exige la renuncia de Dina Boluarte y el cierre del Congreso, ¿realmente eso sería viable? ¿quién asumiría la transición?

-Por un lado, el Congreso no se puede cerrar bajo ninguna circunstancia, salvo por cuestiones de confianza. Por más que no le guste a nadie, esa es la representación de los ciudadanos, ellos son el resultado de una elección. Y ahora son quienes deben tomar las decisiones frente al recorte de mandato. Pero Dina Boluarte sí podría renunciar a la Presidencia, aunque, evidentemente, no quiere. Yo pienso que sí debería hacerlo, más de veinticinco muertos en dos semanas de Gobierno es un escándalo. Ella siente que tiene el respaldo de las Fuerzas Armadas y de los Estados Unidos, y cree que sobre ese soporte puede seguir gobernando. Ahora, si es que ella dejase el cargo, provocaría que el presidente del Congreso u otro miembro del Legislativo, por decisión de la Mesa Directiva, asuma la Presidencia de la República. Eso ya ha pasado con Paniagua y Sagasti, así que no sería una novedad.

-¿Por qué el Congreso se negó en un principio a aprobar el adelanto de elecciones generales?

-Existen diversos juegos de interés en el Congreso. Por un lado, hay un sector que ya tomó la decisión de irse como el de Fuerza Popular. Ellos plantearon elecciones para diciembre del próximo año, porque sus aspiraciones son presidenciales. Más que el interés de la bancada, es del partido, en este caso, de Keiko Fujimori, quien siente que podría competir con éxito en dicha elección. Por otro lado, hay congresistas que se representan a sí mismos, lo que para ellos significa que, a mayor cantidad de días en el Legislativo, seguirán haciendo negocios y recibiendo un sueldo. Además, están las bancadas de izquierda que plantean un referéndum para que se convoque a una Asamblea Constituyente.

-¿Cree que el Congreso actual tiene la capacidad de realizar alguna reforma?

-No creo que en este momento este Congreso tenga la capacidad o autoridad para realizar algún cambio constitucional. Por ejemplo, dicen que tenemos que esperar hasta abril del 2024 para unas nuevas elecciones porque se deben dar reformas. ¿Cuáles son esas reformas? Hay cientos de propuestas, pero no se van a poner de acuerdo, lo que prolongaría su estadía en la Plaza Bolívar. La renuncia de Dina Boluarte aceleraría el mandato constitucional de convocar a elecciones, esa para mí es la salida más razonable.

-¿Qué garantiza que una nueva Constitución ayudará a resolver los graves problemas que arrastra el país? ¿Hay quienes aseguran que solo serviría como una válvula para desfogar este descontento popular?

-El tema ha estado ahí antes de que Pedro Castillo llegue al gobierno. En el 2001, se planteó que se debía reformar la Constitución en el parlamento. En 2006, Humala lo menciona en su campaña electoral, al igual que en 2011, solo que matiza su discurso en segunda vuelta. En 2016, Verónika Mendoza también lo hizo. En 2021, ella, Lescano y Castillo coinciden en la necesidad del cambio de la Constitución. La Asamblea Constituyente, si bien es un proceso largo, tal como se ha observado en Chile, es una de las opciones que se plantean como válvulas de escape para el malestar que existe en la ciudadanía, sobre todo, en algunas regiones desfavorecidas del país. Una nueva Constitución no resolvería los problemas del país; sin embargo, las elecciones generales tampoco lo han hecho. No se están discutiendo soluciones a estos problemas, sino a una crisis política que tiene un alto componente de violencia social.

-Lo único que parece seguro son las nuevas elecciones. Frente a ello, ¿qué opciones cree que tendrán protagonismo en esta próxima competencia electoral a nivel del Congreso?

-Probablemente tendremos a los mismos partidos que ahora cuentan con representación parlamentaria y quizás alguno más que se haya inscrito. Entonces, ¿qué nos toca como ciudadanos? En primer lugar, debemos exigirles a los partidos que no incluyan corruptos o delincuentes. La elección también puede funcionar para castigar a un grupo que le ha fallado a sus electores. Es como cuando Belaúnde realizó un pésimo mandato (1980-1985), por lo que, en las siguientes elecciones, el candidato presidencial de Acción Popular, su partido, solo alcanzó el 5%. Debemos estar más atentos (en la próxima elección). Creo que la situación actual nos demuestra que elegimos mal.

-¿Sería viable una opción de centro, distante de los extremos que hoy dominan el escenario político?

-Solo si es que los socialdemócratas o los demócratas liberales del Perú se deciden a hacer política y dejan de opinar solo desde sus cuentas de Twitter. Si deseas llegar al poder, tienes que hacer política por medio de un proceso electoral y parlamentario, eso no se consigue criticando desde las redes sociales. Además, es necesario que se acerquen a la gente. El fujimorismo ha estado cerca de la ciudadanía por años, lo que le ha permitido llegar a los pueblos más lejanos del país, donde se tiene un buen recuerdo de Alberto Fujimori, pese a todo. En el caso de Pedro Castillo, su llegada al poder se debió en parte al sentimiento de un conjunto de ciudadanos que se identificaron con él. A mí me parece que el expresidente ha sido un irresponsable, sin embargo, todavía hay gente que simpatiza con él. ¿Cuál es la sorpresa? ¿No simpatizaba casi el 45% de la población con Fujimori después de diez años de dictadura? No deben sorprenderse, es normal, su alcance se debe al grado de identificación. Muchos peruanos piensan: “es uno de los nuestros” y por eso lo defienden.

–¿Cuál considera que ha sido la principal responsabilidad de Pedro Castillo?

-Castillo tiene la principal responsabilidad de la crisis que estamos atravesando. No puedes dar un golpe de Estado y violar la Constitución frente a todos los peruanos para luego intentar victimizarte. Probablemente, sí iba a contar con cierta reacción favorable, porque mucha gente quiere que se cierre el Congreso. Dina Boluarte es la responsable de las muertes, pero quien prendió la chispa de ese incendio fue Pedro Castillo. Desde el ineficiente gobierno que realizó y la falta de voluntad para fomentar políticas públicas. Sus promesas, como las de iniciar una segunda reforma agraria, no se implementaron. Prefirió vender puestos en el Gabinete y repartir el poder como lo han hecho otros mandatarios corruptos en la historia del Perú. Lo más grave es que su elección representaba una voluntad de cambio y reivindicación en un sector importante del pueblo peruano. Ahora hay gente indignada porque han detenido a ‘su presidente’. Él ha manipulado ese sentimiento, lo que me parece una de las acciones más graves e irresponsables frente a quienes confiaron en él como una posibilidad de cambio.

-La legítima protesta y el malestar ciudadano que se expresan en las calles son asociados con la violencia o el vandalismo por el gobierno y los grandes medios. ¿Toda protesta deviene irremediablemente en violencia?

-Toda protesta siempre corre el riesgo de devenir en violencia, pues siempre hay interesados en promoverla. Por ejemplo, me parece un delito grave que hayan querido saquear el edificio de la Fiscalía de Ayacucho, donde están los expedientes de los desaparecidos del Conflicto Armado Interno. Los casos de destrucción de instalaciones públicas o privadas tienen que ser denunciados. Sin embargo, generalizar y llamar ‘terroristas’ a todos los manifestantes me parece un escándalo, la presidenta ha caído en ese discurso de criminalización. No puedes decirle a los familiares de los fallecidos: lo matamos porque era terrucos o vándalos. En un inicio, las Fuerzas Armadas disparaban al aire y luego colocaron sus armas en posición horizontal. Eso no lo hace el personal militar sin una orden. ¿En qué terminará esto? En un juicio de derechos humanos. Es probable que la historia del encarcelamiento de Fujimori por crímenes que cometió hace treinta años vuelva a repetirse. Lo que ha ocurrido no será fácil de olvidar, más aún, cuando hemos visto imágenes de cómo se le disparaba a la gente. Esto no puede quedar impune.


[Foto de portada: Archivo personal]


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